Consiste en un estado de decepción, con una importante carga emocional, que se produce cuando se espera que algo deseado se realice y resulta imposible hacerlo por diferentes motivos.
Los sentimientos frustrantes dependen de cada uno, es decir, hay un umbral de tolerancia, y cada individuo se posicionará en un punto determinado, dependiendo de sus características.
De este modo vemos como hay personas que no aguantan lo más mínimo, es decir, que quieren las cosas ahora y ya, pero por el contrario existe otro tipo de personas que son más tolerantes en este tema.
Se puede ver de forma sencilla que los niños no suelen soportar mucho estas situaciones, cuando un niño quiere algo, lo quieren de forma inmediata, pero esto se puede explicar perfectamente porque no hace mucho tiempo eran bebes y sus deseos estaban estrechamente relacionados con las necesidades básicas de la supervivencia y al ser saciadas les aportaban una seguridad que es necesaria para un buen desarrollo emocional, pero a medida que van creciendo esto debe ir cambiando, porque con el tiempo las necesidades o deseos que se le plantean no suelen ser de tipo básico. Otra cosa que se impone con el tiempo es que se dan cuenta que no todo lo que quieren va a ser satisfecho rápidamente. Una madre no tardará en dar de comer a un niño a la hora de la cena, pero quizá si que se retrase a la hora de comprarle un juego que desea de forma ansiosa. Esto les conduce a aprender a tolerar la frustración, a la vez que van evolucionando, separándose de las figuras paternas y va apareciendo en su vida el concepto de autonomía.
En estos momentos de la vida van apareciendo en su vida diferentes opciones como el manejo de habilidades en relación al entorno que les rodea. Otra de las cosas que avanzan en su desarrollo evolutivo es a aprender a satisfacer sus pequeñas necesidades por si mismo y a percibir que hay otras cosas que no puedes realizar por si mismos, conocer sus limitaciones.
Esto sería el desarrollo evolutivo normal, aunque como ya hemos adelantado no todo el mundo sigue el mismo camino y a la misma velocidad, incluso hay personas que se quedan estancados en un punto determinado, no soportando la frustración en ninguna de las etapas de su vida.
Este tipo de personas se comportan como los bebés que todas sus necesidades son orgánicas, es decir, urgentes y necesarias, aunque no lo sean en realidad.Cuando se trata de niños, estamos hablando de esos que probablemente todos hemos visto en algún momento, esos niños que chillan, gritan, patalean, montan verdaderos escándalos y si existe la posibilidad de hacerlo en público, mucho mejor porque aumenta la presión social.
Lo malo es cuando se trata de personas ya adultas, que por saciar sus necesidades no respetan ni a cosas ni personas. Aquellos que esperan que el día de su boda salga el sol y resulta que en el mes de diciembre en el hemisferio norte suele haber temperaturas más bien bajas, y justo ese día elegido llueve, para el es una desgracia, mientras que para otros no deja de ser algo molesto pero soportable y esperable. Estas personas se lo toman como algo personal, como una injusticia hacia ellos.
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