Perspectivas sobre el amor y la tolerancia
Pareja de perros en situación amorosa
Popularmente, el amor se considera un sentimiento. En los casos más comunes, dicho sentimiento se basa en la atracción y la admiración de un sujeto hacia otro.
Habitualmente se asocia el término con el amor romántico, una relación pasional y sexual entre dos personas que produce una influencia muy importante en sus vidas; el amor romántico intensifica las relaciones interpersonales entre ambos sujetos, quienes, partiendo de su propia insuficiencia, desean el encuentro y unión con aquel que han juzgado ser el complemento para su existencia.
Sin embargo, se aplica también a otras relaciones diferentes, tales como el amor platónico o el amor familiar, y, en un sentido más amplio, se habla de amor hacia Dios, la humanidad, la naturaleza, el arte o la belleza, lo que suele asociarse con la empatía y otras capacidades. En la mayoría de los casos implica un gran afecto por algo que ocasiona felicidad o placer al que ama.
Es un concepto con frecuencia en contraste con el odio, el desprecio o el egoísmo. No obstante, también está relativamente extendida la idea de que «solo hay un paso del amor al odio (o viceversa)», y son típicas las «peleas de enamorados», así como, en algunas personas, las relaciones patológicas de amor-odio, producidas estas últimas, según un estudio de la Universidad de Yale, por una autoestima baja.41 Para Helen Fisher, la convivencia del amor y el odio en las relaciones amorosas es algo que, hasta cierto punto, tiene sentido, ya que lo sugiere el hecho de que, en muchos aspectos conductuales y fisiológicos, las respuestas del amor y el odio son análogas (ver la sección Aspectos antropológicos de este mismo artículo).
Culturas como la budista consideran al apego y al deseo emociones negativas que producen ira y sufrimiento; el amor y el ego son incompatibles. En la filosofía budista, el amor real es el amor compasivo. Con independencia de su origen —incluso en el caso del amor—, el apego produce sufrimiento (espiritual). El movimiento hippie que surgió en los años 60 presentaba en sus inicios un acercamiento similar al apego. Asimismo, este movimiento utilizó el amor como uno de los principales baluartes de la contracultura de los 1960, ejemplificado en el eslogan make love, not war («haz el amor, y no la guerra»).
Cabe resaltar el uso actual de la palabra amor para designar tanto el amor espiritual y el amor romántico como el propio acto sexual —mediante la expresión «hacer el amor». Hasta mediados del siglo XX, esa expresión estaba reservada para el galanteo.42
Las personas tienden a aplicar el concepto del amor de un modo intuitivo desde y hacia otros animales (normalmente próximos en la escala evolutiva o que muestran signos interpretables como inteligencia) y hacia otros seres vivos como las plantas. En el primer caso, a menudo es debido a que los signos externos al ser humano son interpretados de forma antropocéntrica; por ejemplo, el gesto de un perro que acude a lamer la mano del dueño se interpreta como una demostración de amor; sin embargo, los procesos psicológicos que producen ese tipo de comportamientos en el perro responden, según los conocimientos científicos actuales, a otro tipo de motivaciones mucho menos complejas que las de los seres humanos, como lo puede ser, por ejemplo, la necesidad de mantenimiento de la manada, heredada de su ancestro evolutivo, el lobo.43 En el caso de las plantas, es el hecho de que sepamos que la planta también es un ser vivo, como nosotros, lo que la hace objeto de nuestro amor. En ciertos casos, se llega al extremo de pensar que el amor en sí mismo beneficia a la planta. Y, realmente, la beneficia, aunque de forma indirecta, a través de nuestras acciones.
Perspectiva mística y esotérica
En Psicología de la posible evolución del hombre y en Cuarto Camino, George Gurdjieff y Piotr Uspenski distinguen entre «sentir» y la «función emocional superior» y «función cognitiva superior». El primer caso es el que está accesible para la mayoría de las personas, y es el que se suele incluir en los diccionarios, que definen el amor como un sentimiento. No obstante, ese mundanal sentimiento de apego y deseo difiere mucho de lo que constituye el verdadero amor, al que sólo se accede escalando en el nivel de conciencia desde el ordinario hasta uno presente en pocas personas, y aún en menos de forma permanente, y que en la mayoría de las personas que lo experimentan sólo sucede una vez en la vida.
La subida del nivel de conciencia produce cambios a nivel de la percepción: de repente se comienzan a encontrar significados donde antes no se veían, el encuentro con el ser amado «parece» estar rodeado de una atmósfera de cuento de hadas (no sólo lo parece, realmente lo está pues el mundo real es así), y el sentido de la vista se vuelve más atractivo; por ejemplo, «da la impresión» de que se perciben más y mejor los colores, las texturas, las formas. El ingenio se acentúa, de repente «uno» se sorprende a sí mismo con expresiones artísticas que por momentos no reconoce como propias, y el ego se disipa: uno pasa a ver el mundo como si viese una película de cine, de tal modo que se olvida de sí mismo y de su pareja como cuerpos y los acontecimientos parecen fluir de un modo más suave, más grácil, el espíritu florece como un manantial compasivo hacia todas las cosas, y en algunos casos se llega a la producción de experiencias «milagrosas» (realmente, sin comillas), en las que se dan coincidencias sorprendentes (amigos que casualmente aparecen en lugares totalmente inesperados, canciones que comienzan a sonar en el momento adecuado, y, en general, la «sensación» de que el mundo se adapta a los enamorados a su paso), lo cual a su vez refuerza el amor y contribuye a profundizar en el estado aún más. Tal vez por el implacable escepticismo del ego, y por las numerosas experiencias microtraumáticas y estresantes que, sobre todo en ausencia del ser amado, experimentamos en el trabajo, en el hogar, en la calle, termina por aparecer una «masa crítica» que de forma irreversible e inevitable gana la batalla a la fe creada en torno a la magia de la relación amorosa, que era precisamente lo que mantenía el nivel de conciencia elevado. No obstante, son experiencias que, al evocarlas, y debido a que se fijaron con fuerza en la memoria, aparecen en el recuerdo, aunque como si procediesen de la nada, como sucedidas en otro universo inalcanzable. Es lo que los enamorados suelen describir como la «magia del amor», que suele aparecer de forma más generosa con el primer amor verdadero de la vida, y que generalmente no dura más de unos pocos días, y de forma discontinua, para ser sustituida por la experiencia del ego, de la personalidad: el apego y el deseo. El individuo deja de ser creativo y se vuelve rutinario y predecible. Desde su nuevo punto de vista en una conciencia disminuida, y debido a que ha olvidado completamente su reciente vivencia en un plano superior de la conciencia, él cree continuar viviéndolo como amor verdadero, pero ya es simplemente un conjunto limitado de emociones, experiencias y actitudes. La magia (sin comillas) se pierde y lo que antes eran dos almas en una fundidas con el universo (o con Dios, si se quiere) ahora son vacío interior, y lo que antes era una visión paisajística, brillante, colorida, de transparencia en el aire, donde en ocasiones, incluso, se mezclaban los sentidos entre sí, ahora es la percepción de lo que se cree ser el «yo», que realmente es la de un animal homínido sujeto a respuestas mecánicas, un «yo» engañoso, pobre y fragmentado en decenas o cientos de «yoes» desconectados entre sí.
En cuanto al sexo, en estados evolucionados de la conciencia se produce lo que llamaremos «sexo espiritual». Es una entrega compasiva al ser amado, donde la unión carnal constituye un elemento de máxima sacralidad: es, de hecho, el origen de la creación de la vida. El ego no existe, y como consecuencia se pierden todos los elementos morbosos, que son sustituidos por sentimientos de pureza e inocencia. La tensión emocional que existe en el sexo ordinario es sustituida por una sensación de fluidez, de flotar en el vacío, acompañada por un flujo suave y sin límites de amor compasivo que energetiza los cuerpos y que se expande de forma explosiva en el orgasmo, liberándose finalmente gran parte de la energía acumulada.
En la novela Las Nueve Revelaciones, James Redfield explica muchos de los fenómenos que se producen en el Cuarto Camino, incluyendo la aparición del amor real.
Helen Fisher indica que durante el enamoramiento pueden producirse de forma natural sustancias como la dopamina, la anfetamina o el bupropión, lo cual podría explicar los efectos anteriormente citados.
Perspectiva espiritual
En la cultura religiosa monoteísta, el amor suele mencionarse y ser apoyado por Dios, como es el caso del Islam, el judaísmo y el cristianismo. Aquellas personas cuyo amor está o se supone que está cercano al Amor Universal, o a Dios, reciben el nombre de santos. Tanto en el budismo como en el cristianismo, el Islam, el hinduismo o el judaísmo suelen representarse con una aureola alrededor de su cabeza. Los budas son presentados con aureolas adicionales alrededor de todo su cuerpo.
Judaísmo
En hebreo, ahavá es el término más comúnmente usado tanto para el amor interpersonal como para el amor de Dios.
El judaísmo emplea una definición amplia del amor, tanto entre personas como entre los seres humanos y la deidad. Respecto al primer caso, en la Torah se afirma: «Ama a tu prójimo como a ti mismo» (Levítico 19:18). Respecto al segundo, a los seres humanos se les manda amar a Dios «con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas» (Deuteronomio 6:5), tomado de la Mishná (un texto central de la tradición oral judía) para referirse a los buenos actos, la buena voluntad para sacrificar la vida en lugar de cometer ciertas transgresiones graves, la buena voluntad para sacrificar todas las posesiones, y el agradecimiento al Señor a pesar de la adversidad (tratado de bərākhāh 9:5). La literatura rabínica se diferencia de lo anterior en cómo este amor puede desarrollarse: por ejemplo, mediante la contemplación de los bienes divinos o la observación de las maravillas de la naturaleza.
En lo concerniente al amor entre compañeros de matrimonio, éste está considerado un ingrediente esencial de la vida: «Observa la vida con la esposa que amas» (Eclesiastés 9:9). El libro bíblico Cantar de los Cantares se considera una metáfora romántica del amor entre Dios y su pueblo, pero, en su lectura literal, aparece como una canción de amor.
El rabino del siglo XX Eliyahu Eliezer Dessler es citado frecuentemente como definidor del amor desde el punto de vista judaico, de «dar sin esperar nada a cambio» (Michtav me-Eliyahu, Vol. 1).
Cristianismo
La Virgen y su hijo, de
Isaac Oliver (f. 1617). Aparecen la Virgen y su hijo representados con rasgos europeos y con la aureola de santos.
En el cristianismo se entiende que el amor proviene de Dios, porque el amor es una virtud teologal. El amor de hombre y mujer —eros en griego— y el amor desinteresado por los demás (agápē) se contrastan a menudo como amor «ascendente» y «descendente», respectivamente, aunque en última instancia son una misma cosa.44
Muchos teólogos cristianos ven a Dios como fuente de amor, que es reflejado en el ser humano y sus propias relaciones amorosas. C. S. Lewis, influente teólogo anglicano, escribió varios libros sobre el amor, especialmente The Four Loves. El Papa Benedicto XVI, en su encíclica Deus Caritas Est (o sea, Dios es Amor), también pretendió reflexionar sobre el amor divino para con el ser humano y la relación entre el ágape y el eros.
Existen varias palabras griegas para el «amor» que se utilizan con frecuencia en ámbitos cristianos.
- Agape: En el Nuevo Testamento, agapē es caritativo, desinteresado, altruista e incondicional. Es el amor de los padres, visto como creador del bien en el mundo; es el modo en el que se ve a Dios amar a la humanidad, y es la clase de amor que los cristianos aspiran a tener por sus semejantes.
- Phileo: También usado en el Nuevo Testamento, es una respuesta humana a algo que se ha encontrado muy agradable. También conocido como amor fraternal.
- Las palabras eros (amor sexual) y storge (amor entre hijos y padres) nunca se usaron en el Nuevo Testamento.
Los cristianos creen que amar a Dios con todo el corazón, mente y fuerza (sobre todas las cosas) y amar al prójimo como a uno mismo son las dos cosas más importantes en la vida (el mayor mandamiento de la Torah de los judíos, según Jesús);45 San Agustín resumió este pensamiento al escribir «ama a Dios, y haz lo que quieras».
El apóstol San Pablo glorificó el amor como la mayor de las virtudes. Describiéndolo en el famoso poema Primera epístola a los corintios, escribió:
«El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta».
En la Primera epístola de Juan, capítulo 4, se dice:
«Queridos míos, amémonos los unos a los otros, porque el amor procede de Dios, y el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor».
El apóstol San Juan también escribió:
«Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna».
San Agustín dice que es preciso ser capaz de descifrar la diferencia entre amor y lujuria. Lujuria, según San Agustín, es un gran vicio y pecado, pero amar y ser amado es lo que este santo ha buscado toda su vida. Él mismo dice: «yo estaba en el amor con amor». Finalmente, él hace caer en el amor y es amado de vuelta, por Dios. San Agustín dice que la única persona que puede amarte verdaderamente y plenamente es Dios, porque el amor de los hombres tiene muchas fallas, tales como «celo, desconfianza, miedo, rabia y discordia». De acuerdo con este santo, Dios es amor «para alcanzar la paz». (del libro: Las Confesiones de Santo Agustín).
La iglesia católica, reafirmando las enseñanzas del su Magisterio y de la Teología del Cuerpo del Papa Juan Pablo II, afirmó que el amor es una virtud teologal,47 una «dádiva de sí mismo», y «es lo opuesto al desamor».48 Aplicado en las relaciones conyugales humanas, el amor verdaderamente vivido y plenamente realizado es una comunión de dádiva mutua de sí mismos, «de afirmación mutua de la dignidad de cada pareja» y un «encuentro de dos libertades en entrega y receptividad mutuas».49 Esa comunión conyugal del hombre y de la mujer es un icono de la vida de la Santísima Trinidad y lleva no solo a la satisfacción, sino también a la santidad.50 Ese tipo de relación conyugal propuesta por la Iglesia exige permanencia y compromiso matrimoniales.51 Por esa razón, la sexualidad es una fuente de alegría y placer,52 no ejerce solo la función de procrear, sino que también juega un papel importante en la vida íntima conyugal.53 La relación sexual conyugal es considerada como la gran expresión «humana y totalmente humanizada» del Amor idealizado por la Iglesia, donde el hombre y la mujer se unen y se complementan recíprocamente.54 Todo este amor conyugal propuesto por la Iglesia requiere fidelidad, «permanencia y compromiso», que solo puede ser auténticamente vivido «en el seno de los lazos del Matrimonio» y en la castidad conyugal.55
El Islam y otras creencias árabes
En cierto sentido, el amor abarca la visión islámica de la vida como una hermandad universal que se aplica a todos los que mantienen la fe. No existen referencias directas que afirmen que Dios es amor, pero entre los 99 nombres de Dios (Allah), existe el nombre de Al-Wadūd (الودود), o «el Amante», que se encuentra en la Azora 11:90 y en la Azora 85:14. Se refiere a Dios como «pleno de amorosa amabilidad». Todos los que tengan fe tendrán el amor de Dios, aunque el grado de amor recibido y el esfuerzo puesto para conseguirlo depende del individuo en sí mismo.
Ishq, o el amor divino, es el tema principal del sufismo. Los sufís creen que el amor es una proyección de la esencia de Dios sobre el universo. Dios desea reconocer la belleza, de modo que, cuando, por ejemplo, alguien se mira en un espejo, es Dios quien se «mira» a sí mismo dentro de la dinámica de la naturaleza. Ya que todo es un reflejo de Dios, la escuela del sufismo practica ver la belleza dentro de la aparente fealdad. El sufismo se refiere a menudo a ello como la religión del amor. Dios aparece en tres términos principales, que son el Amante, el Amado y el Amor, pudiéndose encontrar el último de estos términos frecuentemente en la poesía sufí. Un punto de vista común es que, a través del amor, la humanidad puede volver a su pureza y gracia inherentes. Los santos sufistas son tristemente célebres por estar «borrachos» debido a su amor divino; por lo tanto, es constante la referencia al vino en la poesía y la música sufís.
La palabra «amor» aparece en el Corán más de 80 veces en diferentes formas y significados; todas las aleyas que incluyen la palabra «amor», sean positivas o negativas, aseguran la grandeza del valor del amor en establecer las relaciones en sus diferentes formas y círculos.56
Algunos ejemplos:
«Al·lâh traerá a otros a los que amará y por los que será amado».
TSQ
57 La sura de Al-Ma’ida «La Mesa Servida», aleya 54.
«Di: Si amáis a Al·lâh, seguidme, que Al·lâh os amará y perdonará vuestras faltas. Al·lâh es Perdonador y Compasivo».
La sura de ‘Al ‘Imrân, «La Familia de ‘Imrân», aleya 31.
«Y pedid perdón a vuestro Señor y volveos a Él, pues es cierto que mi Señor es Compasivo, Afectuoso».
La sura de Hûd, aleya 90.
En el Islam, existe una poderosa imbricación entre las leyes de Alá y las leyes de los hombres. Dentro de este marco, el amor se manifiesta en diversos círculos: El amor hacia Al·lâh, El amor hacia el Mensajero de Al∙lâh, El amor del musulmán hacia el musulmán, El amor dentro de la familia musulmana, El amor hacia el no musulmán, El cariño entre el gobernante y el gobernado.56
El quinto círculo: el amor hacia el no musulmán
Según el Corán, Al∙lâh es El Afectuoso, El Muy Misericordioso y El Que ama a los equitativos y detesta a los injustos. La justicia es el mejor pilar para el amor entre la gente. La misericordia de Al∙lâh y los valores islámicos grandes y sublimes hacen del amor un espacio amplio que abarca a toda la gente. El primer paso que conduce a este amor es abrir las puertas del reconocimiento de los unos a los otros. Al·lâh, Enaltecido y Glorificado dice [lo que podemos traducir como]: «¡Hombres! Os hemos creado a partir de un varón y de una hembra y os hemos hecho pueblos y tribus distintos para que os reconocierais unos a otros. Y en verdad que el más noble de vosotros ante Al·lâh es el que más Le teme. Al·lâh es Conocedor y está perfectamente informado».56 58 En otra azora aparecen estas palabras: «Y no te hemos enviado sino como misericordia para todos los mundos».59
Al∙lâh permite al musulmán casarse con una cristiana o una judía aunque una parte de sus creencias contradice al Islam y a los hábitos de los musulmanes. Y subraya que los cristianos son una gente digna de cariño: «...mientras que encontrarás que los que están más próximos en afecto a los que creen, son los que dicen: Somos cristianos».56 60
Existen otras aleyas que avisan de que los casos de rechazo hacia el otro (los no musulmanes) no son comunes, y que tampoco se aplican todo el tiempo. No se permite tratar como enemigos a los que no ejercen enemistad contra los musulmanes, tampoco se permite clasificarles como enemigos. Más bien, merecen otro tipo de tratamiento: «Al·lâh no os prohíbe que tratéis bien y con justicia a los que no os hayan combatido a causa de vuestra creencia ni os hayan hecho abandonar vuestros hogares. Ciertamente, Al·lâh ama a los equitativos».56 61
El Corán abre las puertas del bien, del cariño y del afecto ante los que se enemistan con los musulmanes: «Puede ser que Al·lâh ponga afecto entre vosotros y los que de ellos hayáis tenido como enemigos. Al·lâh es Poderoso y Al·lâh es Perdonador y Compasivo». Y entre los comentarios sobre esta aleya está la siguiente: «El afecto después del rechazo, el cariño después del odio, y la concordia después de la discordia. Al∙lâh es El Que Puede unir las cosas esparcidas y dispersas. Es El Que concilia entre los corazones después de la enemistad y la dureza y los reemplaza por el encuentro y la concordia».56
Escribe Mahmud Nacua: «El origen en las relaciones entre la gente, por diferentes que sean sus nacionalidades y creencias, es el hecho de reconocerse, de tener misericordia mutua, la cooperación, la amistad y la paz. La excepción es el estado de guerras y los combates, que son asuntos que producen odio. Esta excepción es temporal porque el odio no permanece entre la gente sean cuales sean las huellas de las guerras. El mundo experimentó tanto en las pasadas épocas como en las recientes muchos ejemplos de guerras que tuvieron lugar entre las tribus, los pueblos y las naciones. Entre un pueblo y otro, entre una nación y otra en una cierta época, pero fueron seguidos por acuerdos de paz, pactos y cooperación… Así es la naturaleza de la vida, unos ciclos consecutivos. El mejor de la gente es el que utiliza los ciclos del bien, de los acuerdos y de la paz para el desarrollo de los factores del bien y del amor inculcándolos entre los individuos y los pueblos. Este es el camino del Islam y este es el fundamento en el Islam».56
Budismo
Buda Gautama pintado sobre una roca en el Tíbet. Se aprecian las aureolas alrededor de su cabeza y de su cuerpo.
En el budismo, kāma es amor sensual, sexual. Es un obstáculo en el camino hacia la iluminación, ya que constituye egoísmo.
Karuṇā es compasión y misericordia, y reduce el sufrimiento de otros. Es complementario de la sabiduría y necesario para la iluminación.
Adveṣa y mettā son amor benevolente. Este amor es incondicional y requiere una autoaceptación considerable. Es bastante diferente del amor ordinario, que normalmente se basa en el apego y el sexo y que raramente ocurre sin interés propio. En su lugar, este amor se refiere al desprendimiento y la ausencia de intereses egoístas en beneficio de los demás.
Desde el punto de vista del budismo, el amor «puro» proviene de un estado de pureza espiritual al que los seres humanos pueden llegar mediante la liberación de las llamadas emociones perturbadoras (deseo y apego, odio e ira, ignorancia, orgullo, envidia), inherentes al mundo material o samsara. Mediante la compasión, el desapego del mundo material, y la meditación, puede aumentarse paulatinamente la capacidad de funcionamiento de todos los chakras, incluyendo el chakra del corazón, de tal modo que es posible amar conscientemente y eliminar el sufrimiento asociado al amor ordinario hasta alcanzar el llamado estado de iluminación, en el que existe un amor incondicional hacia todos los seres sintientes, equiparable al que, por ejemplo, puede sentir una madre por su hijo. Según esta corriente de pensamiento, el amor mantiene unidas todas las cosas, y nuestra conciencia crea el propio universo. Para el budismo, todas las religiones son válidas si se basan en el amor espiritual y la compasión.62 63 64 65
El ideal de bodhisattva en el budismo Mahāyāna implica la completa renunciación a uno mismo con el objeto de soportar la carga de un mundo de sufrimiento. La mayor motivación que uno tiene para tomar el camino del bodhisattva es la idea de salvación que existe dentro del amor altruista y falto de egoísmo por todos los seres sintientes, idea que, como deseo que es, emoción perturbadora, deberá abandonarse también en última instancia para lograr la iluminación.
Los siete chakras. El cuarto, empezando por arriba, es el del corazón.
Hinduismo
En el hinduismo, kāma es el amor placentero, sexual, personificado por el dios Kāmadeva. Para muchas escuelas hinduistas, es el tercer final (artha) de la vida. Kāmadeva se representa a menudo sosteniendo un arco de caña de azúcar y una flecha de flores, y montado en ocasiones sobre un gran loro. Está normalmente acompañado por su consorte Rati y su compañero Vasanta, señor de la primavera. Pueden verse imágenes grabadas en piedra de Kaama y Rati en la puerta del templo de Chenna Keshava en Belur, en Karnataka, India. Maara es otro nombre para kāma.
En contraste con kāma, prema —o prem— se refiere al amor elevado. Karuna es la compasión y misericordia, que impulsa a uno a reducir el sufrimiento de otros. Bhakti es un término del sánscrito, que significa «devoción amorosa hacia el supremo Dios». Una persona que practica bhakti se conoce como bhakta. Escritores, teólogos y filósofos hindúes han diferenciado nueve formas de bhakti, que pueden encontrarse en el Bhagavatha-Purana y en las obras de Tulsidas. La obra filosófica Sutras de Narada Bhakti, de autor desconocido (presumiblemente Narada), distingue once formas de amor.
Apego y deseo en las religiones orientales
La filosofía oriental presenta una aproximación al amor espiritual diferente de la occidental: El sufrimiento en sí mismo no es lo que nos hace virtuosos, sino que es un medio para alcanzar la virtud, de tal modo que acercarse a la iluminación o el nirvana implica el cese paulatino del sufrimiento y el aumento del gozo. Al igual que en el cristianismo, el sufrimiento es un catártico (o vía de expiación) que nos conduce al estado iluminado (o a Dios en el cristianismo). Sin embargo, para la concepción oriental, preocuparse por conseguir un objetivo constituiría un modo de sufrimiento adicional (el apego y el deseo), de modo que deberíamos limitar nuestro sufrimiento no preocupándonos por el propio sufrimiento —incluyendo el deseo de conseguir metas—. En palabras de Osho:
El amor es algo fácil, el odio es algo fácil, pero tú eliges. Dices: «Sólo voy a amar, no voy a odiar». Así todo se vuelve difícil. ¡Así ni siquiera puedes amar! Inspirar es fácil, espirar es fácil. Pero tú eliges. Dices: «Sólo voy a inspirar, no voy a espirar». De esta forma todo se vuelve difícil. La mente puede decir: «¿Para qué espirar? La respiración es vida. Simple aritmética: inspira, no expulses el aire; estarás cada vez más vivo. Acumularás más vida. Tendrás grandes reservas de vida. Inspira solamente, no espires porque espirar es morir». [...] El amor es inspirar, el odio espirar. ¿Qué hacer entonces? La vida es fácil si no decides, porque entonces sabes que inspirar y espirar no son dos cosas opuestas; son dos partes de un mismo proceso. Y estas dos partes son orgánicas, no puedes dividirlas. ¿Y si no espiras...? La lógica se equivoca. No vivirás; sencillamente, te morirás inmediatamente.
La religión frente al amor homosexual
Cristianismo, judaísmo y homosexualidad
El judaísmo y el cristianismo no conciben el amor sexual entre personas homosexuales. En la Biblia se hace mención expresa del rechazo, no solo al amor homosexual, sino a la homosexualidad en sí misma. Tres ejemplos:
No te acuestes con un hombre como si te acostaras con una mujer. Eso es un acto infame.
Si alguien se acuesta con un hombre como si se acostara con una mujer, se condenará a muerte a los dos, y serán responsables de su propia muerte, pues cometieron un acto infame.
¿No sabéis que los malvados no tendrán parte en el reino de Dios? No os dejéis engañar, pues en el reino de Dios no tendrán parte los que cometen inmoralidades sexuales, ni los idólatras, ni los que cometen adulterio, ni los afeminados, ni los homosexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los difamadores, ni los tramposos.
La Iglesia católica actual mantiene dicho rechazo. Según unas polémicas declaraciones pronunciadas en diciembre de 2008 por el papa Benedicto XVI, «constituye una grave amenaza para la humanidad la confusión de los sexos».70
Islam y homosexualidad
El islam, al igual que el cristianismo y el judaísmo, no concibe el amor homosexual y rechaza la homosexualidad en sí misma. En el Corán existe constancia de tal rechazo, como puede verse en los siguientes ejemplos, donde Lot critica a los hombres de Sodoma por su comportamiento sexual:
Y a Lot. Cuando dijo a su pueblo: «¿Cometéis una deshonestidad que ninguna criatura ha cometido antes? Ciertamente, por concupiscencia, os llegáis a los hombres en lugar de llegaros a las mujeres. ¡Sí, sois un pueblo inmoderado!». Lo único que respondió su pueblo fue: «¡Expulsadles de la ciudad! ¡Son gente que se las da de puros!». Y les salvamos, a él y a su familia, salvo a su mujer, que fue de los que se rezagaron. E hicimos llover sobre ellos una lluvia: ¡Y mira cómo terminaron los pecadores!
Y a Lot. Cuando dijo a su pueblo: «¿Cometéis deshonestidad a sabiendas? ¿Os llegáis a los hombres, por concupiscencia, en lugar de llegaros a las mujeres? Sí, sois gente ignorante». Lo único que respondió su pueblo fue: «¡Expulsad de la ciudad a la familia de Lot! Son gente que se las dan de puros». Les preservamos del castigo, a él y a su familia, salvo a su mujer. Determinamos que fuera de los que se rezagaran. E hicimos llover sobre ellos una lluvia. ¡Lluvia fatal para los que habían sido advertidos...!